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martes, 19 de junio de 2012

Lloré cuando me dejaron en la escuela







Como el gran Pedro Guerra en esta canción, en cuyo estribillo habla de un tema universal como es el vínculo asociado al apego en nuestras primeras fases de desarrollo infantil, yo también lloré cuando me dejaron en la guardería por primera vez.  Y, curiosamente, tiempo más tarde, también "canté y esa era la forma de buscarnos".  Me encanta con qué sencillez esa frase sintetiza la búsqueda de un "algo" desconocido a través de la voz, la especie de necesidad por transmitir, por escribir, por comunicar cosas como por ejemplo las que yo os muestro desde el anonimato de este agujerito al mundo, al mismo tiempo que las repaso y, de esta forma, me voy ordenando a mí misma. 

También "lloré cuando me dejaron la primera vez" muchos años más tarde, como canta Pedro jugando con uno de esos "dobles sentidos" maravillosos.  Y, sí, imagino que a todos nos ha pasado...  Sin embargo, tal y como él hace en este tema musical, no me parece descabellado relacionar este momento infantil con mi reacción en ese otro suceso adolescente de pérdida.

A pesar de lo pequeñita que era, ese momento en la guardería está grabado a fuego en mi recuerdo en forma de ráfaga sensorial más que de imagen en sí, aunque con una intensidad demoledora.  Se me clavó en la memoria el "sentir" de ese instante que recuerdo haber vivido como cruel y desgarrador... ¡pues claro que lloré, pues claro que protesté!. 

Pánico.  "¿Dónde se va mi mamá?  Quiero estar con mi mamá.  ¿Volverá mi mamá?  Mamá, no te vayas.  Mamá, no me hagas esto.  Mamá, sólo quiero estar contigo".  Podría (y quizás lo hice) haber exteriorizado con estas palabras esa ansiedad y sufrimiento, la fuerte sensación que aún hoy me llega al intentar evocar ese momento tan lejano.


Y eso que mi guardería era bonita, sencilla, agradable.  Fue cuestión de tiempo, me adapté rápidamente, y en seguida me acostumbré a acudir a esa guardería con alegría e interactuar felizmente con los otros compañeros.  No obstante, no recuerdo a ningún "amiguito" en concreto, ni a ninguno de los "educadores", aunque sí que guardo la sensación de que los que allí trabajaban eran "mayores" buenos y cariñosos.  La única pega es que no eran mis papás, ni mis familiares más cercanos...

El otro único recuerdo que guardo de mi época de guardería, trata sobre una Fiesta en la que también participaban algunos de los papás.  Rememoro mi alegría, era un día especial y me sentía muy contenta.  Y aún hoy vibran muy fuerte las imágenes de aquel día dentro de mí: mi mamá y yo, jugando e interactuando con los otros, comunicándonos, sonriéndonos en silencio, otras veces subida en sus brazos, cobijada en su regazo, disfrutando de esa fiesta juntas y en soledad, con todo el tiempo del mundo para nosotras.  No sé si en esos momentos me había olvidado de que allí había también otros niños (con los que me relacionaba con facilidad), o es ahora cuando mi memoria no alcanza a llegar a esos detalles... sólo guardo esa escena fugaz y asociada a una emoción intensa, feliz y plena.

Es muy curioso (y no tanto, por otro lado, dado que las guarderías son realmente una necesidad para los padres que trabajan y el sistema capitalista, y no para los niños) que los dos únicos recuerdos conscientes que aparecen de mi época de guardería estén, ambos, fuertemente ligados a la figura de mi madre (y en ningún momento, aparezcan las figuras de los educadores y los compañeros), cada uno de ellos desde una perspectiva diferente y casi opuesta: uno desde el sufrimiento ante el abandono y el otro desde la plenitud ante la dulce e importante presencia de mi mamá en ese espacio y en ese tiempo.




12 comentarios:

  1. Yo no lloré cuando me dejaron en la escuela pero no puedo concebir mi infancia sin mi madre. Un beso.

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    1. Hola Susana, bienvenida, y gracias por compartir cómo viviste tú este momentazo de algunas de nuestras infancias: ¡la entrada a la guardería!. Me encanta cuando respondéis a mis entradas con vuestra propia experiencia al respecto.

      Gracias por pasarte y comentar. Un besazo

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  2. Una gran entrada que nos recuerda la importancia de cuidar el vínculo afectivo del niño con sus figuras de referencia, mucho más que atribuirle funciones socializadoras a las escuelas infantiles. Me ha gustado mucho.
    Un beso.

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    1. Pues como siempre, querida terapeutatemprana, siempre ves más allá de las palabras. Me encanta que te haya gustado, sobre todo a ti, con lo que yo te admiro como profesional y como persona...

      Un abrazo

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  3. Es natural que en tu memoria afectiva predomine absolutamente el vínculo con tu madre y es natural llorar al desprenderse de la madre los primeros tiempos, porque es la etapa de plena fusión entre ambas. Si eso se da, luego gradualmente el niño puede ir dando sus propios pasos soltándole un poco la mano a la madre, de a ratos, pero sin esa fusión previa a la etapa de incursión en el mundo escolar, que cada vez es más temprana y a veces de jornada demasiado extensa, ningún niño recuerda bien al niño dentro de sí. Es por eso que hoy en día se hacen lo que se denominan "períodos de adaptación", durante los cuales los niños pasan un ratito más largo cada vez en la sala y la mamá se queda cerca por si el niño pide por ella o se siente extrañado.

    Lindo recuerdo y buena reflexión.

    Un beso.

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    1. ¡Hola Fer!

      Muchas gracias por pasarte y comentar una vez más. Sí, sé lo que nos cuentas y precisamente en este curso he estado estudiando estos y otros temas de desarrollo infantil (en la asignatura, para mí, más preciosa de toda la carrera) pero no pretendía explicar directamente, racionalizar o instruir sobre ello, sólo compartir y rememorar mi experiencia al respecto (aunque sí enlazar información sobre ello a través de la palabra "apego"). Gracias porque con tus palabras creo que has complementado perfectamente mi texto.

      Un abrazo grande

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  4. Yo no tengo recuerdo de mi primer día de cole. Pero me cuentan que no lloré.

    Sí que recuerdo que en los recreos buscaba a mi hermana mayor, que tiene uno más que yo.

    También recuerdo la alegría de la salida. Creo que pasaba el rato como mejor podía, pero encontrar caras conocidas era mi mayor liberación, jaja!!

    Besicos!!

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    1. ¡Qué interesante, chica de las flores! Esto que me cuentas me recuerda a cuándo entró en parvulitos mi hermanita pequeña (de la que aún no he hablado aquí, pero a la que también dedicaré palabras más adelante, por supuesto) y yo me asomaba a acompañarla en los recreos porque estaba solita y aún no conocía a nadie...

      Esa "alegría al salir" de la que hablas debe ser universal... Nos sigue sucediendo hasta de adultos, cuando salimos del trabajo, ¡jajaja!

      Un beso grande

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  5. Ains... me haces pensar mucho... no lo recuerdo con alegría, no recuerdo a mi madre ni a mi padre, solo estar ahí y no ser feliz, no formar parte de nada. Qué verdad eso de que la infancia es la época más importante. Hoy, con 33 años, todo sigue igual...

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    1. Me encanta, entrañable BoliBiCristal, imaginarte tan chiquita, ya convertida en toda una pequeña gran cuestionadora... Si 30 años después dices que todo sigue igual que en aquellos tiempos, apuesto a que esa niñita que un día fuiste era verdaderamente inteligente, sensible, encantadora. "No formar parte de nada", dices... Pues como todos, en el fondo. Pero parece que tú eras (y eres) mucho más consciente de ello. Abrazo enorme compañera

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  6. Hemos ido a coincidir al contar aquellas experiencias de la primera vez en que nos tuvimos que "desapegar". Yo también la recuerdo, y eso que han pasado ya más de cuatro décadas, pero algo tendrá de impactante para que nos quede grabado después de tanto tiempo, ¿verdad?

    Saludos del hombre niño ;)

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    1. ¡Sí, parece ser que nos hemos "cruzado" con el mismo tema, Juanra!.

      Gracias por pasarte y comentar, hombre niño.

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¿Tiene el niño que llevas dentro algo que comentar?

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