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"Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)". El Principito.

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domingo, 22 de abril de 2012

Vocación Creadora: una conexión más con la niña que llevo dentro


¿Qué descubrían vuestros niños interiores cuando oteaban su vida futura desde la cima de sus primeros años? ¿Qué soñaban cuando experimentaban esa poderosa visualización de sí mismos en sus mentes al vislumbrarse unas décadas más tarde?.  Para la niña que llevo dentro era muy grande esa evocación, suponía elevarse con sus propias alas en un ligero vuelo dulce: vivenciar en su imaginación, con pasión sobrecogedora, las diferentes posibilidades y fantasear con las que más placer generasen en ella.


La niña que aún vive en mi interior siempre deseó ser mamá de mayor.   Y también quiso, por épocas, ser maestra, o enfermera, o azafata de avión o astronauta (para no abandonar esos vuelos de caramelo entre las nubes, imagino) pero en poco tiempo descubrió que existían ciertas profesiones que le permitirían seguir "jugando" aún siendo adulta; actividades conectadas a esos "viajes" trascendentales a través de los cuales podría no dejar nunca de ser la niña que era.  Se dio cuenta cuando descubrió que existían las llamadas profesiones "artísticas".


   
Aprendió a hablar, leer y escribir muy pronto, y se convirtió en una lectora voraz de literatura y poesía infantil desde bien temprano.  Parte de esa fascinación que sentía por las letras había despertado ya en la cuna (o a saber si incluso antes), ya que su mamá acostumbraba a contarle y leerle cuentos cuyas imágenes la impresionaban y la dejaban absorta en cosmos sublimes e impactantes.  A lo largo de los años, además, a su mamá jamás le dolería gastar dinero en un libro cuando la niña lo pedía, haciéndolo de forma asidua como parte de las compras habituales domésticas.  Los libros, pues, se convirtieron en objetos únicos, mágicos y especiales...  Tanto, que en la primera época de su infancia dormía con sus primeros ejemplares tapándolos amorosamente con las mantas, en lugar de con sus muñecas o peluches.  Y en muy poquito tiempo, empezó a transformar en cuentos y poemas ilustrados las ideas e imágenes que desbordaban su imaginación.


El refuerzo era el disfrute indescriptible de ese proceso de idear e ir elaborando algo nuevo e intuitivo:  la alegría de un viaje etéreo a través de colores y otras veces sombras por dentro de sí misma y por fuera; un intenso abrazo con un todo; una conexión profunda que acababa transformándose en "algo concreto" que nacía al mundo; que ahora, a través del proceso creativo, verdaderamente "existía" también fuera de su propia mente.  Era intenso el placer al observar el resultado conseguido gracias al esfuerzo dedicado una vez completado el proceso; esa recompensa tangible no tenía precio.  Y, además, existía también un refuerzo protector del entorno: un aplauso respetuoso hacia aquellas destrezas infantiles, que me invitaba a continuar desarrollándolas con total naturalidad y confianza.


UN RECUERDO:  Un día, estando en clase en Parvulitos, la niña escribió una historia basada en un experimento que días atrás habían realizado en el cole: la alubia que habían plantado en un vaso, días atrás, se convertía en la protagonista de un cuento ilustrado realizado por la niña con concentración, ilusión y esmero, en el que la amiga Alubia conseguía escapar del vaso para vivir nuevas aventuras.  La señorita, una vez descubiertas las labores a las que la niña se dedicaba silenciosamente en el aula, se llevó el cuento y lo enseñó a las otras maestras.  Y éstas, en el recreo y cuando se encontraron por los pasillos con la niña, la felicitaron efusivamente.  Una de las monjitas le dijo: "¡Algún día serás una gran escritora!" y la niña siempre recordó cuánto le había impresionado ese comentario. 


En casa, también se sentía valiosa cuando ordenaba sobre un papel aquellas ideas que se agolpaban y se superponían en su cabeza.  Disfrutó de un ambiente ideal para crear con intimidad: a todos les parecía bien, incluso "bonito" que la niña se dedicase a estos menesteres.  De vez en cuando, ella mostraba sus invenciones.  Y lo que más le gustaba de hacerlo no era el aplauso recibido en sí, sino las carcajadas que los mayores experimentaban, o las lágrimas que otras veces derramaban al emocionarse con lo que la niña había compartido.  Creo que esto fue aquello que la "enganchó" definitivamente: esa reacción empática de sentirse recibida y captada, ese experimentar haber transmitido, divertido, influido, o haber conseguido remover algo en el otro...  Y es que es asombroso ese trayecto feliz hacia uno mismo, para regresar con un recuerdo del planeta visitado que mostrar al mundo... e intentar, al ponerle nombre, que el que lo recibe también sienta que ha navegado en esa misma travesía.


Así que la niña, ya sin elección posible, prolongó este entretenimiento durante los años posteriores: llenaba la casa de libretas y libretas de cuadritos con dibujos, poemas, cuentos, cintas de radiocassette grabadas con sus pensamientos e interpretaciones, a la par que organizaba eventos teatrales y musicales para fiestas familiares, componía sus primeras canciones, formaba sus primeros grupos musicales con los niños de su familia, daba sus primeras clases de solfeo y piano.  Y, poquito después, presentó dos de sus cuentos a concursos literarios a nivel regional, teniendo la suerte de ser elegidos ganadores.  Tocar con sus manos sus cuentos editados, y disfrutar del premio de la interminable pila de libros que se llevó a casa siendo consciente de que los había ganado por sí misma, con su trabajo, la hizo volar hasta casi salirse del planeta.  Sin apenas darse cuenta, esa niña ya hacía su vida entre letras, pentagramas, fantasía; compaginando el mundo real con esos mundos paralelos que nunca sabría, podría ni querría abandonar. 


Eso sí, jamás aprendió a montar en bici (y ésa sigue siendo una de sus asignaturas pendientes que algún día hará realidad) porque prefería quedarse en casa leyendo o escribiendo todas esas ideas que bombardeaban sus sentidos.  Pero también salía a jugar a la calle junto a los otros niños, aunque muchas veces elegía, sin dudarlo, ese libro que la tenía enganchada antes que jugar con el resto.  Era una niña que leía todo el rato: en el sofá, en la cama, en la merienda, y que escribía casi de forma compulsiva, dejando atrás páginas y páginas en las que evolucionaba su caligrafía.  Muy pronto y durante muchos años, si se le preguntaba a la niña qué quería ser de mayor, ella asentía sin duda alguna: "¡artista!... quiero hacer música y teatro; pero sobre todo, quiero ser escritora".


En la adolescencia, la niña se relajó un poco y se dedicó a disfrutar de esa época única, dejando un poquito de lado estos quehaceres, si bien nunca llegó a desvincularse de ellos del todo.  Pero cada vez se sentía más tímida al respecto, así que ya no solía mostrar sus creaciones de manera espontánea.  Aunque le continuaba apasionando "interpretar" lo inventado por otros, empezaba a sentir cierta "vergüenza" al enseñar sus propios universos: aquellos que, mediante alguna fuerza que emanaba de su interior, iba materializando sobre el papel o sobre una partitura. 

Pues yo siento que no he defraudado a esa niña.  Aquí sigo, con lo mismo.  Después de unos cuantos saltos académicos, como conservatorio siendo muy pequeñita, clases de piano ya en la adolescencia, formación artística universitaria más tarde (saltos académicos que, por cierto, siempre acababan despertando cierto desinterés en mí y el posterior abandono), y después de bastantes más saltos y movimiento en la parte práctica y activa, en verdad ninguna de estas cosas con las que soñaba que ejercería me dan de comer ni se les puede considerar mis "profesiones".  Pero a la niña que vive dentro de mí no parece importarle... y, desde hace bastante tiempo, a la adulta que soy hoy en día, tampoco.  Porque, aunque no se hayan convertido en mi fuente principal de ingresos, sí son mi modo de vida.  Y porque continúo alimentando a esa niña, siempre... con los mismos "juegos"  imaginativos y comunicativos (como este blog, como componer, como interpretar lo inventado por otros) adaptados a mi vida adulta.  Para mí, son actividades necesarias, automáticas, que me alivian de una urgencia profunda y misteriosa...  Son una motivación realizadora, son una caricia a mí misma, son un acogedor refugio terapéutico.   

Son vías de conexión con ella, con esa niña que sigue viva dentro de mí.

17 comentarios:

  1. Imprescindible alimentar al niño o niña interior, no dejar jamás que muera o marchite por no darle rienda suelta en modos que se van refinando y sublimando con el tiempo recorrido desde la infancia pero que permanecen vivos y vibrantes.

    Bella reflexión.

    Un saludo.

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    1. Imprescindible alimentarlo... y en ello estamos, ¿verdad, Fer? Gracias por pasarte y por tus palabras.

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  2. La vocación es la vocación, así uno le pase una aplanadora por encima, ésta se levanta, se sacude, y comienza de nuevo a andar...

    Gracias por compartir a la niña y a la mujer.

    Ahora tu duermes y yo escribo, en unas horas tú leerás y yo soñaré...

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    1. Bienvenida, Gabriella... Gracias a ti por tu comentario y tu lectura. Me ha encantado el final: ahora te imagino durmiendo plácidamente mientras yo te escribo y sonrío en la distancia.

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  3. Esa niña tiene mucha suerte de que la mujer en la que te has convertido la tenga tan presenta y la siga escuchando cada día.
    Por cierto, yo tampoco sé montar en bici y también gané concursos de cuentos, jajaja...estamos conectadas espiritualmente :)
    Un besito.

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    1. ¡Ay terapeuta temprana... eres mi alma gemela en blogger! :DDD

      Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo enorme

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  4. ¡Qué maravilla de entrada!, sabes? la niña que te habita se asoma a tus dedos en cada palabra, yo la veo...la percibo, se parece tanto a la mía que casi parecen haber tenido una misma infancia..

    Mis anhelos de niña era ser "mamá", desde el primer gramito de consciencia no recuerdo haber querido ser otra cosa más que mamá, mamá y mamá, ahora que lo soy sigo queriendo ser lo mismo :)

    Un besito de niña a niña, me hechiza tu forma de escribisentir..

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    1. ¡Hola niña Ló! ¡Qué alegría que pases a verme y qué cosas más bonitas dices! Me encanta tu historia: por el tierno deseo de ser mamá en sí, y también porque hicieras realidad tus anhelos infantiles y sigas disfrutando tanto de ello...

      Muchas gracias por tu comentario. Otro beso para ti.

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  5. No sé qué ocurre a blogger que no me deja comentarte: pruebo otra vez...

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  6. Vale, ahora sí!!

    La niña que yo era, fue eminentemente práctica. Es hoy cuando mi niña se ha vuelto soñadora e idealista.
    Pero nunca es tarde ¿o no?

    Muchos besos , preciosa!!

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    1. Besos para tí y gracias por jugar este rato conmigo, niña de las flores

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  7. Hoy parece que hemos abordado un tema semejante: la conexión con el niño y el adolescente que fuimos, y que, en tu caso, sostienes que esa niña sigue viviendo en ti, dentro de ti. Es curioso aquel comentario que te dedicó una de las monjas sobre que serías una buena escritora. Lo recuerdas y te sigue estimulando.

    He observado que utilizas un tipo de letra poco habitual. Como lector me dificulta la lectura. Me la hace más ardua y menos atractiva. Es solo una opinión. Cuando leemos es mejor descodificar unos signos neutros, no marcados por el estilo.

    Un abrazo.

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    1. Pues muchas gracias, Joselu, por tu sincera indicación sobre el tipo de letra. Lo tendré en cuenta, sacaré un ratillo para cambiar la configuración del blog a alguna universal, más sencilla para que la lectura sea cómoda para todos los gustos y tipo de lectores.

      Sobre tu comentario al respecto de las palabras de la monjita, es curioso, sí... Es curioso el impacto que tuvo en mí, fíjate que era tan renacuaja que no recuerdo absolutamente nada más de esa mujer, sólo alguna pincelada puntual como esto en concreto que menciono. Hoy en día ya es simplemente un recuerdo más que, tan lejano, distante y visto ya desde la mirada "adulta", no me resulta estimulante, al menos de manera consciente. Pero sí que, de alguna manera y unido al resto de factores que describo en la entrada, lo llegó a ser en su día en esa niña que efectivamente vive dentro de mí mediante el recuerdo, ahora transformada en la mujer que soy, después de unas décadas... así que algo debe quedar.

      Un abrazo también para ti.

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  8. Mi mujer se quiere comer a mi niña.. y ella le saca la lengua y se lanza agua en los ojos, entonces Ellas... ambas lloran, extaciadas de una vida gastada pero Completa.

    Saludos!

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  9. ¡Qué bello blog! ¡Muchas gracias, niña, por escribirme y escribirnos!

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