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domingo, 1 de abril de 2012

Lo que da el maestro también se transforma



Hoy tenía intención de actualizar el blog con el deseo de expresar una sensación que me embriaga últimamente: una satisfacción semejante a la que surge al encajar una nueva ficha en el viejo puzzle de cinco mil piezas que anteriormente se encontraba deshecho y caóticamente revuelto en algún cajón olvidado...  Quería, con todas mis fuerzas, reflejar dentro de lo posible esa plenitud al contemplar el puzzle después de tanto trabajo y esfuerzo; detallar eso tan grande que se siente al comprobar cuánto ha avanzado esa reconstrucción, incluso sabiendo que siempre quedarán fichas por colocar.

Hurgando en mi memoria (consciente de que no conseguiría describir esto tan sólo con palabras, y buscando ese "algo" que ayudase a mi texto a hacer llegar todo esto que siento) me ha venido a la cabeza el tema "Todo se transforma" de Jorge Drexler, canción rebosante de verdad y energía que me emocionó desde el primer momento de escucharla, y que más tarde se convertiría, para mí, en "canción divina" al vivirla como banda sonora en una experiencia vital muy especial, en un viaje sublime al centro del corazón de la niña que llevo dentro.

Al buscar la canción para adjuntarla al escrito del blog, he encontrado entre los resultados este precioso vídeo que adjunto a la entrada (bajo el texto), realizado por Elena Ibars y Jorge Pedregal (acompañados por los protas del vídeo: Abdelwahab, Amal, Antonio, Asmae, Bea, Emilia, Hilario, Jéssica, Kristhel, Lali, Mohammed, Naila, Nora, Pilar, Teresa y Zacaria, entonces alumnos del curso 5º de Primaria de ¡para mi asombro! un colegio de mi misma ciudad; cole por el cual, además, transcurrieron también mis pasos tiempo atrás, impartiendo actividades extraescolares a lo largo de todo un curso escolar hace algunos años.  Yo también conozco ese escenario, también caminé por esos pasillos, también sonreí a los niños que esperaban impacientes en la fila... Qué bellas casualidades de la vida.)

Ha sido, para mí, una sorpresa muy bonita y sentida.  De pronto, he recordado a aquellos niños (que hoy ya no lo serán tanto) y he deseado con toda mi alma que todos ellos mantengan vivo a ese niño que yo conocí en cada uno de ellos.  He disfrutado, una vez más, de la letra y melodía de Dréxler al mismo tiempo que volvía a encontrarme con la niña que llevo dentro de la mano de esas coloridas imágenes creativas, libres y auténticas; disfrutando tanto como percibía disfrutar también a los chavales en la pantalla...  admirando el trabajo de esa maestra que elaboró el proyecto y colgó el vídeo.  Y pensando... "¡yo quiero una maestra así para mis futuros hijos!."

Entonces me he acordado de él, ¡entonces me he acordado de Don Pedro!.  Y me he dado cuenta de que yo también tuve la suerte de disfrutar, durante unos años, de un maestro verdaderamente vocacional, valiente e innovador para su época.  De uno de esos que "te marcan" para siempre, porque enseñan pero -sobre todo- porque demuestran que aman su profesión y aman a sus alumnos.

Y he recordado lo importante que fue para mí ese vínculo que establecí con él...   Lo cuidada y a salvo que se sintió la niña que llevo dentro durante los años en que don Pedro fue su tutor... lo valioso que fue el cariño y respeto que recibió esa niña por su parte...  ¡Qué papel más especial cobró esa figura de maestro en esos mis años de crecimiento!.  ¡Qué papel único e indiscutible desempeñan esas personas "mayores" que, sin embargo, han decidido dedicar su vida a trabajar cerca de los niños!

Cierro los ojos...  evoco ese período... y rememoro cuánto bien hicieron en esa niña las miradas comprensivas de don Pedro, su escucha y su apoyo atento en esa época difícil que estaba atravesando...  Realmente, los colores de mis días cotidianos habrían resultado más grises, durante aquel tiempo, si no llega a ser por la presencia de don Pedro.  Intenté demostrarle mi agradecimiento, ya en nuestra despedida al marcharme al instituto, con un poema sincero que espero que hoy en día siga guardando.   Un poema amoroso y honesto de una niña de trece años que simplemente le estaba devolviendo lo recibido, transformándolo...

Y me llena de alegría saber que en muchos colegios existen nuevas versiones de "don Pedro" para las nuevas generaciones... como esta maestra Eli, que es capaz de transmitir a sus alumnos mensajes tan poderosos como el de esta canción mediante un proyecto donde todos participan, cantando, bailando, dibujando, expresándose, al fin y al cabo... y obteniendo como resultado un trabajo sencillo y hermoso, cuya semilla ha florecido gracias el juego conjunto de esos niños pequeños y de esos niños que -afortunadamente- brillan en el interior de los adultos que los cuidan, enseñan y acompañan diariamente desde el aula.

Me entusiasma haber encontrado este vídeo.  Me hace sentir realmente bien comprobar que el ámbito docente se compone, cada vez más, de personas sensibles.  Y también me llena de esperanza; porque esos niños transformarán eso tan preciado que han recibido para volver a darlo, para devolverlo, para regalarlo, a lo largo del camino que recien comienzan. 

...Y es que sé que, de algún lejano rincón,
de otra galaxia,
el amor que darían
transformado volvería,
un día, a darles las GRACIAS" 



4 comentarios:

  1. Que lindo! precioso mensaje! al final las clases no parece que cambien mucho con el tiempo... mis mesas eran iguales jeje

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    1. Qué observadora, es cierto! Jajaja. Sí, reciclaje al máximo... y más vale que esas mesas duren, porque tal y como están las cosas actualmente, sospecho que no habrá intención de cambiarlas hasta dentro de muuuucho tiempo. ¡Pobrecicos! Gracias.

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  2. precioso...máxime cuando uno siente lo mismo y además ahora está en la mesa...

    un saludo

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    Respuestas
    1. Bienvenido, Noelplebeyo. Me alegra mucho encontrarme con personas que comparten este sentimiento. Muchas gracias.

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