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domingo, 5 de mayo de 2013

Feliz Día, Súper Mamá







Ahora que me hallo absolutamente fascinada con la sabiduría de la naturaleza, y experimentando en mis propias carnes la increíble experiencia de crear vida, me siento más que nunca en la necesidad de homenajear a la mamífera que me llevó dentro su cuerpo, que me dio cobijo en su vientre y que me ayudó a salir al exterior en un parto natural, su primer parto, con el que nacimos al mismo tiempo: yo despertando al mundo fuera de su útero, ella naciendo como madre.

De esa época fascinante nada recuerdo, evidentemente.  Pero pondría la mano en el fuego para afirmar que me sentí muy feliz y cuidada dentro de ella en esta etapa intrauterina.  La prueba es que su (mi) embarazo duró diez meses y nunca llegué a decidirme a salir por mi propia voluntad:  tuvieron que separarnos los médicos en un parto inducido que -a pesar de forzado y de ser mi Mamá primeriza- ella no recuerda como un parto difícil o traumático.

En el cobijo de su interior se creó MI VIDA, de la unión de sus células y de las de mi padre.  Su organismo se dedicó a abastecerme de lo que necesitara, a cuidarme y protegerme, a formarme día a día hasta estar preparada para sobrevivir ajena a esa simbiosis.  En los comienzos de mi historia me mantuve unida a ella mediante un cordón umbilical... sentimos lo mismo... fuimos una...  Por más que lo pienso (y lo pienso mucho últimamente) no puedo dejar de maravillarme ante este MILAGRO de la vida que es la maternidad.



LA MAMÁ DE ESA NIÑA QUE VIVE DENTRO DE MI
 
 fue y es una leona fuerte: defendió su hogar, lo levantó, lo mantuvo y lo sostuvo como nadie.  Trabaja y trabajó incansablemente, diluviando o quemándose al sol, como hormiga infatigable para que nunca nos faltara de nada.  Hormiga por obligación, sin embargo, pues en el fondo de su alma siempre vivió una cigarra amante de los placeres y la diversión: vocación frustrada hasta ahora... y es que la palabra "vacaciones", por desgracia, no está en su vocabulario más que como una lejana fantasía.

Mi Mamá me dio generosamente su tiempo, su atención, sus brazos, su cariño, sus besos, su trato amoroso, su dulzura, su "estar" siempre e incondicional.  La protección de su cuerpo en el mismo colchón, en la misma cama durante muchos años.  Su sonrisa comprensiva.  Su acompañamiento en el camino de mi crecimiento desde el respeto hacia mis procesos.  Me permitió desarrollarme desde la confianza, sin juicios ni castigos.  Tranquila y calmada en mi crianza.  Por poner tan sólo un ejemplo: ante mi resistencia a la comida en mis primeros años, mostraba una paciencia infinita esperando la aparición de los anuncios de la tele (no era tan fácil como es hoy en día, en que sólo habría que buscar un canal al azar) ante los que yo me embobaba y relajaba la boca dejándola completamente abierta.  Podría haberme metido la comida a la fuerza, pero no.  No recuerdo que me gritase , obligase o forzase nunca a nada.
 
Reflexiva y cuestionadora, aprendí de ella a contrastar por mí misma las cosas, a buscar otras vías, a informarme y no quedarme sólo con las apariencias, a buscar y ver "más allá" de lo establecido, a escuchar lo que opina mi sentido común antes de aceptar cualquier teoría "porque sí".  Y, aún a día de hoy, tengo la suerte de compartir con ella la manera "alternativa" de plantear la mayor parte de los temas, de sopesar las mismas ideas contra corriente o "locas" (para muchos). 

Toda ella, sensibilidad.  Mi Mamá me alentó en mis procesos creativos, en lugar de exterminarlos con fórmulas cuadriculadas.  Dejándome experimentar, ser yo misma, descubrirme, crecer libre, florecer a mi ritmo.  Me transmitió el amor por la belleza, por las palabras, por la música, por el aprendizaje, por las letras. Complacía mis caprichos regalándome, cada vez que iba a los grandes almacenes a realizar la compra doméstica, un libro.  Y consentía todo lo que le pedía relacionado con lo artístico: "ahora quiero apuntarme a clases de piano", "ahora quiero un caballete y lienzo...".  Mostraba atención e interés a los poemas, las canciones, los dibujos, las coreografías, los cuentos que inventaba día sí y día también.  Nunca, a pesar de su cansancio, puso límites a mi curiosidad por aprender, por expresarme, por comunicarme, por crear, por descubrirme.  Ella misma había estimulado toda esa mi atracción por los mundos imaginarios: me contaba cuentos, ¡el más especial era el entrañable cuento "del pajarito y su mamá", inventado por ella misma y que aún recuerdo con una emoción única, parecida a la que me embriagaba cuando lo escuchaba de su boca...!.  Y es que... ¡qué precioso cuento, que hablaba sobre el amor, los cuidados y el vínculo primario entre Mamá Pájaro y Bebé Pajarito!.  Además de los cuentos, por supuesto, también me ponía música y me cantaba... y de todas las canciones, la que recuerdo con más predilección es esta (canción que, curiosamente, contaba también una historia sobre el apego niño-mamá): 




(De la banda sonora de la serie,apenas tengo recuerdos... pues me pilló muy pequeñita.  La versión que me cantaba mi Mamá sí la recuerdo a la perfección).
 
 
 

Hace unos años mi mayor deseo era "hacer algo grande por ella".  Ha tenido una vida dura, repleta de trabajo, de soledad y a veces, incomprensión.  Siendo única figura de autoridad en la crianza de tres hijos, SuperMamá con sus propias luces y sombras, luchando incansablemente desde el agotamiento, desde el amor, el valor y la fuerza...  Siempre tuve la sensación de que no se merecía la vida que le había tocado.  De que había tenido muy mala suerte.    Y de que yo -de alguna manera- podía devolverle algo de la felicidad que tanto se le ha resistido, del descanso del que nunca le he visto disfrutar, de la serenidad de una vida plena y satisfactoria.
 
Y aunque ahora sepa que no, que no me corresponde a mí cargar con esa responsabilidad, en alguna parte de mi corazón aún se esconde una pequeña grieta melancólica, sutil y casi invisible, que llora y desea con todas sus fuerzas que su mamá sea tan feliz como se merece...
 
Lo más grande que me ha enseñado mi Madre lo ha hecho a través de su ejemplo.  Y es que sé que mi maternidad, que aún se está gestando, la viviré irremediablemente condicionada por la Mamá que, a mi vez, yo experimenté.  Y me relaja darme cuenta de que, a pesar de los errores que -como todo el mundo- cometiera y los que yo cometeré, su trato amoroso y respetuoso hacia la infancia y hacia la niña que yo fui un día, lo absorbí como una esponja y lo llevo arraigado dentro de mí.
 
Mi Mamá siempre ha sido especial en mi vida.  Pero ahora que voy a ser yo Mamá también, es cuando más se engrandece ese sentimiento y la emoción que me embarga...  Y es que no hay más palabras, sólo lágrimas felices que surgen en mí al escribir y -sobre todo- admiración y agradecimiento infinito.
 
 
¡Feliz Día, Súper Mami!
 
 
 
 
 
 

4 comentarios:

  1. Una entrada preciosa. ¡¡ FELIZ DIA !!

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  2. Es un homenaje bellísimo. Me acabo de enterar de que vas a ser mamá!!! Me alegro muchísimo, vas a hacerlo de maravilla :)
    Un abrazo grande.

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    Respuestas
    1. ¡Ay, que te echaba de menos, terapeuta!.

      Pues sí, voy a ser Mamá, sí. Muchas gracias por tus ánimos y tu confianza.

      Otro abrazo grande para ti, guapa.

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